En busca de la libertad perdida
La postguerra es mas dura en España que en el resto de Europa. El bloqueo comercial y político de Naciones Unidas causa estragos en la población española, y más en la represaliada políticamente que en el bando fascista.
Lo salvaje es devorado por el pueblo hambriento y destruido por los planes del Gobierno para subsistir. Se rotura, deseca, tala, caza, pesca, cultiva todo rincón. En esa vorágine, un joven de 32 años eleva en 1960 su voz en carta abierta que publica el diario franquista más importante de España. Se opone al decreto de Franco de 1953 por el que ordena extinguir la fauna salvaje carnívora, desde lagartos y rapaces a lobos y linces para favorecer la caza.
Este tomo es el segundo de una serie de cuatro, inspirados en la biografía del divulgador de la naturaleza Félix Rodríguez de la Fuente, fallecido en 1980. La obra se edita en el marco de las iniciativas organizadas de 2025 a 2028 para conmemorar el Centenario de su nacimiento.
El joven que se zafó de ser domado
El protagonista del Cuarteto de Magdalenia es en 1960 ya un joven de 32 años que ha sorteado los intentos de doma de la escuela, del mundo académico, de la mili, del trabajo, de los funcionarios y burócratas y de la familia. Encarna el espíritu de lo libre proscrito, como el llama en 1965 a la fauna salvaje cuando le invitan a intervenir de forma regular en un programa de Televisión Española.
Le salva el que por su entorno social no se le vea enemigo del régimen fascista. También porque su lucha es a favor de la naturaleza. Destruida por el Estado, su conservación es una bandera tan nueva, nunca enarbolada por nadie, que no se considera un riesgo para el sistema, aunque en 1962 el aparato franquista alerte del libro “Primavera silenciosa” de la oceanografía americana Rachel Carlson, que ve pernicioso.
La petición de parar la desecación de Doñana en 1952; fundar en 1954 la Sociedad Española de Ornitología, conectada a los conservacionistas europeos, hoy BirdLife; en 1968 la sección española del WWF, etc, no se ve como un peligro por el régimen, enfrascado en perseguir toda ideología progresista.
Conservar lo libre salvaje es, sin embargo, un cambio radical del sistema político y social, tanto capitalista como comunista, ambos anclados en la cultura neolítica del quítate tú que me pongo yo, a saquear el planeta, que es el gran problema a superar para lograr evolucionar y alcanzar la sostenibilidad.